El dinero no da la felicidad…pero sí que puede aumentarla. Según un estudio que ha llevado a cabo el Instituto de Tecnología de California, el marketing puede determinar la percepción que obtengamos de un producto, o al menos, del vino.
En dicho experimento, 21 voluntarios probaron cinco botellas distintas de Cabernet Sauvignon y puntuaran sus preferencias. La prueba fue realizada 15 veces, con los vinos presentados en un orden al azar. La única información de la que disponían los voluntarios era el precio del vino. Sin decirle a los voluntarios, los investigadores presentaron dos de los vinos dos veces, una vez con su verdadero precio de venta y otra con uno falso. También ofrecieron una botella de Cabernet Sauvignon de 90 dólares como si valiera 10 dólares, y presentaron una de cinco dólares como si costara 45.
¿El resultado? Los voluntarios dieron una puntuación más alta a los vinos más “caros”. Pero no sólo eso, además demostraron que la actividad cerebral presentaba una mayor actividad neuronal cuando probaban los vinos que creían más caros; es decir, el efecto del precio elevado era “real”.
En dicho experimento, 21 voluntarios probaron cinco botellas distintas de Cabernet Sauvignon y puntuaran sus preferencias. La prueba fue realizada 15 veces, con los vinos presentados en un orden al azar. La única información de la que disponían los voluntarios era el precio del vino. Sin decirle a los voluntarios, los investigadores presentaron dos de los vinos dos veces, una vez con su verdadero precio de venta y otra con uno falso. También ofrecieron una botella de Cabernet Sauvignon de 90 dólares como si valiera 10 dólares, y presentaron una de cinco dólares como si costara 45.
¿El resultado? Los voluntarios dieron una puntuación más alta a los vinos más “caros”. Pero no sólo eso, además demostraron que la actividad cerebral presentaba una mayor actividad neuronal cuando probaban los vinos que creían más caros; es decir, el efecto del precio elevado era “real”.
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